sábado, 27 de mayo de 2017

Estrogénica

Estaba acercandome a lo indetenible,
al flujo irremediable de tus manos
surcando un amor en mi espalda.

Inconclusa, fértil,
cuando me estoy acercando
a tus bordes,
el de tu ombligo y tu camisa,
el de tu comisura izquierda,
el del olor de tu saliva...

Ahí ibamos/vamos,
y una danza se desmorona
en nuestra incertidumbre cotidiana,
bien consagrada, sostenida.

Supimos, quizás,
o quisiéramos creer que.
¿Qué?

La siesta nos duerme desnudos,
ponemos el reloj para seguir el día,
aunque no quisiéramos.

No quisiéramos irnos ni despegarnos
ni separarnos un micron de lentitud espacial
porque el calor, la intimidad,
el amor que humedece 
lo surtido de nuestras maneras...

Negociarle a las horas,
a las carne y hueso,
a la vida...

(No te gusta esa palabra, ya sé) 

Para mí es irremediable,
y sin embargo te digo
que juguemos el juego.

Quisiera recalcar que a veces
no quisiera separar este conglomerado
de hilos invisibles
que suelo llamar con un nombre griego,
tantas horas o kilómetros
de lo arribeño de tu ser-montaña.

Porque a veces se me encapricha la creencia
de que lo impredecible 
puede 
también
cambiar.

Sofía
Mayo 2016

La ronda de las estrellas

Hay un ojo en mí 
del que están brotando lágrimas. 

Puedo sentir como sale una 
detrás de otra. 

Hay un tercer ojo profundo 
del que también brotan 
ahora mismo, 
gotas, pulsos, un ritmo... 
Cambio.
Lo introductorio se expande 
y se vuelve presente, 
lo que vibra antes era tiezo, 
lo que da miedo esconde 
el tesoro de lo que nutre.

Muchos placeres 
me quieren inundar, 
me quieren comer, 
me quieren tomar, y yo quiero 
quiero que me saboreen entera, 

sorber el néctar de lo que sienten de mí, 
en mi, sobre mí, sobre todo ahora... 
que la sangre esta disponible sin dolor. 

Sin incisión, 
sin incisivos dientes 
ni rasgar la carne. 

El placer, lo profundo... 
Contradictorios, 
complementan su beso 
en la ronda de las estrellas.